domingo, 2 de diciembre de 2012

DOS.


Invierno. Yo no te echo de menos, pero la cama está fría, Coruña está fría y no sabes lo pesadas que se ponen por la noche preguntando que cuándo vienes. Las toallas se niegan a secarme a mí solo, el espejo del baño dice que estoy más feo desde que tú no haces el tonto desnuda a mi lado y el ventanal del salón echa de menos tus miradas. Las puertas no pueden vivir un segundo más sin tus portazos, mi espalda se ha acostumbrado a tus uñas y los gatos que no tengo maúllan por la noche a los gatos que tú no tienes.

La estantería echa de menos tus libros y mis libros a tus prólogos. Las pelusas de debajo de la cama piden ver pies con uñas pintadas de vez en cuando y las humedades del techo se sienten solas al ser las únicas que se producen. Este hueco de mi lado tiene tu forma y tu nombre, la almohada te nombra y las sábanas que te gustan todavía se ponen tu perfume en noches especiales. En noches como ésta, que Coruña está fría, su cama está fría, Coruña se queja y nos pide que volvamos con la pólvora. 
Pero yo no te echo de menos…

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