domingo, 9 de diciembre de 2012

SIETE

Te decía en la carta que juntar cuatro versos, no era tener el pasaporte a la felicidad timbrado en el bolsillo, y otras cosas más o menos serias como dándote a entender que desde antiguamente soy tu cómplice cuando bajas a los arsenales de la noche y pones toda tu alma y la respiración perfectamente controlada, por mantener en pie tus rebeliones, tu milicias secretas a costa de ese tiempo perdido en comerte las uñas, en mantener a raya tus palpitaciones, en golpearte el pecho por los malos sueños, y no sé cuantas cosas más que, francamente, te gastan la salud cuando en el fondo sabes que estoy contigo aunque no te vea, ni tome desayuno en tu mesa ni mi cabeza amanezca en tu pecho como un niño con frío, y eso necesita escribirse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario